Yvonne de Carlo
Si amigos, no tiene mucho que ver con las cosas del correr, pero hay tanto en la vida que no tiene que ver con las cosas del correr que me permito el lujo de apretar esta entrada entre el sudor, el olor a gimnasio, el color del tartán, el
swoosh o la fábrica de ritmos a que sometemos a las piernas y corazón un día si y otro también.
No fuí contemporáneo de la serie
the munsters pero en una de las reposiciones de la cadena estatal (sic) me quedé prendado con mis diecipico años de la belleza de esta actriz que luego descubrí era mucho más guapa de lo que ya me parecía en la serie. Me quedé prendado de la naturalidad con que su personaje trataba y manejaba a esa familia (media norteamericana) extraña y del sarcasmo con que la serie, hoy traducida quizás a icono pop, reflejaba ese modo de vida del que los yankis hacen gala. Creo recordar que era la época, el de la reposición de los monsters, en que Irak entraba por enésima vez en la ruleta rusa de los
States invadiendo Kuwait, caía en mis manos cada día El Independiente para leer la columna de
Pablo Sebastián otrora látigo del poder y aquello del correr no lo contemplaba entre mis aficiones predilectas ni entre las actividades a realizar, si acaso echábamos algún partidillo de fútbol o baloncesto entre charlas seudopolíticas, lúdico-culturales y filosóficas, verdaderas bases de lo que hoy tienen nuestras cabezas.
Se ha ido, en definitiva, Yvonne de Carlo, vivan
los simpsons.