Francamente
Aunque a decir verdad no hay mucho que me sorprenda en estos tiempos que corren sí existen cosas que merecen algún comentario y entre ellas está la extraña manera en que se desplaza el ser ibérico. Anoche mientras me apretaba una ensalada de arroz con pasas, piña y atún, no salía del asombro de ver como más de
200.000 personas se hacían un hueco en las calles de Valencia para ver la presentación para esta temporada de un coche y varios pilotos de un equipo de la Fórmula 1 (algo que dicho sea de paso no considero deporte, si bien los pilotos lo hacen porque tienen que estar entrenados, el acto en sí de conducir no me lo parece, o entraríamos a debatir si los toros también lo son). Cifra, esos 200.000 de Alonso, que queda ligeramente por encima de la dada por la Delegación de Gobierno de Madrid de
174.824 personas que acudieron a la manifestación de Madrid del sábado pasado contra el terrorismo. Así, a bote pronto, se puede deducir que hay más gente interesada en la Fórmula 1 que en la paz en este puto país. Francamente deleznable la actitud del
hommo ibericus que (o bien azotada por los medios de comunicación o por la incesante ola de crispación o por el anticiclón africano añadido al Cambio Climático que dejan las cumbres sin nieve y hacen subir las temperaturas) hace que su
modus vivendi deje a este que escribe la sensación de que en este país se tiene el cerebro lleno de publicidad o vacío de sensibilidad.