martes, 31 de octubre de 2006
  Trail Castillos de Ávila, parte 2
Con este juego de subir e ir escuchando a los pretorianos de Tomares van pasando los primeros 11 kilómetros hasta la llegada a los Baldíos, esa ‘autopista’ de la que hablamos con Luís el día de nuestra visita/correría in-situ, situada como ya he comentado a 1800 metros, 11 kilómetros con 600 y pico metros de desnivel . La hostia puta (con perdón).

No sabemos a qué obedece este buen tiempo que tenemos durante el recorrido. Unos dicen que Cocoloco, forista de elatleta, lleva siempre el sol y el buen tiempo allá donde corre, y desde luego todos agradecemos sobremanera su presencia en la prueba si este es el motivo del radiante día que se nos abre. A todo esto el abuelo pretoriano (Pepe) nos indica que estaremos alrededor de las 7 horas menos un cuarto en nuestra entrada en Ávila tal y como vamos de ritmo. No es nuestra intención destrozar el reloj, eso lo dejaremos para, si todo va bien, otra edición.

Seguimos con la prueba, este tramo lo tenemos reconocido y eso hace que no nos juegue malas pasadas. Tenemos desde Los Baldíos, 14 kilómetros de bajada hasta Sotalvo, donde la organización nos aprovisiona muy bien: te verde, agua, naranjas, plátanos, solo faltan los cubatas prometidos. Y como después de esta semi-parada nos quedaran otros 25 hasta la meta, pues al trantran, que de eso se trata, de terminar, ese es el objetivo principal, hacer los 50 kilómetros en el tiempo de la organización, sabiendo que vamos a trotar en lo llano y en las bajadas y caminar en las subidas.

“¿Quien puso este Castillo ahí arriba?”, dice Ana, 150 metros de desnivel desde Sotalvo al Castillo de Manqueospese que manqueospese subimos (a duras penas). De aquí un trotecillo de 5 kilómetros hasta Mironcillo donde nos espera un nuevo almuerzo, con el que la organizacións se empeña en mantenernos vivos antes de la ínclita subida a la Dolorosa, que ya, kilómetro 33, empieza a castigar piernas. Mentalmente vamos muy bien e incluso nos echamos unas risas a cuenta de los amigos de la Cruz Roja a los que les echamos un sprint para no ir oyendo el ruido de motor de su coche. ¿Acaso pensaban que abandonaríamos?

 
Comments:
El castillo de Manqueospese, jeje, cuenta la leyenda de los amores de un caballero y su dama en la señorial ciudad de Ávila. Hasta que el padre de la doncella, sin duda con cierto poder en la villa, desterro al caballero de ésta para que no viera a su hija.
Así nuestro hombre, también con cierto poder al menos en el negocio inmobiliario, construyó este castillo en un cerro bien visible desde Ávila y viceversa, al grito de..."manqueospese, la veré".
Espero haber contestado tu pregunta, Ana.
Besos, Jose.
 
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