lunes, 25 de septiembre de 2006
  Burdo rumor (el burdo, el burdo)
Trayendo aquí una canción de La Mandrágora para caer en la supuesta decadencia de la coronita, ataviada esta tarde de rumor y anocheciendo se confirma, esa especie en extinción que transmite su estirpe en el linaje. Con la firma mediótica (permitasemé este desliz) inconfundible de que aquí no pasa nada con esta gente, ni siquiera se les puede objetar que chupen del bote a pesar de que algunos en la familia trabajen, puesto en pie el país para adular y agasajar, otra vez, a los padres, sí otra vez padres, España es padre y madre de nuevo y ahora nos toca echar cuentas, ya que Peñafiel no lo va a hacer, de cuando se produjo la introducción del miembro coronado en el bosque camuflado de periodista. Es que me llevan para atrás estas cosas. Perdonemé padre que no quiera cambiar un ápice cuando me toque votar, y ya no sé cuántas llevo sin hacerlo, la constitución para semeante tropelía pero es que se me revuelven los higadillos viendo a este personal, opinión personal, mera opinión personal.

Vaya un día me esperaba hoy de descanso de correr, más bien de corretear, el fin de semana por la campiña manchega. No he visto muchas viñas salvo de camino a Ciudad Real y de vuelta pero los caminos han vuelto a ser pasto de las zapatillas, esta vez de las NB, desterradas a La Mancha por incómodas o raras (1) y ayer devueltas a la vida tras 3 horas de paliza. Suponían las NB que les iba a ser dedicada la entrada de blog pero mira por donde aparece la casa de reyes y les quita el protagonismo, protagonismo robado a fuerza de meter y sacar la providencia. NB que han sido utilizadas en demasiadas pocas ocasiones por el rumor, rumor que salió del echo de tener los pies delgados, finos muy finos cuando todavía no llevaban muchos kilómetros y hoy ensanchados (1) por el peso de los días, por el paso de los kilómetros y kilómetros. Y hoy vuelven a ser utilizadas con gran algarabía y buenas sensaciones.

Gracias Krahe por el burdo, aunque hoy este blog tenga esta mezcla, tan extraña y malparida, de olor a honra de caucho y tela que pisa por los caminos y linajes extremos del siglo que vivimos.
 
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